El lunes pasado te hablé sobre mi resiliencia, que es mi gran fortaleza, la que siempre consigue hacerme avanzar.

Hoy quiero contarte, que, además, en esos momentos de catarsis emocional, cuando te levantas con la rabia del que se ha dejado vencer y con el orgullo del caído que se vuelve a levantar, ocurre algo más.

Renace renovada la esperanza, la convicción de que todo va a ir bien, activando mecanismos mentales que te hacen buscar, de forma consciente, pero sobre todo inconsciente, nuevas soluciones, caminos o posibilidades antes no contempladas, que se muestran brillantes y orgullosas al cobrar vida.

Creo que en los momentos en los que mi resiliencia se impone, manda y brilla, se genera, de forma inadvertida, una potente invocación a la sutil dama de las sombras, quien, convencida, me bendice.

Cuando el lunes te conté que había perdido la esperanza fue por haber agotado todos los caminos que consideraba para conseguir algo importante y crucial, sin lo cual no puede haber campaña alguna. Fue como la gota que colmó el vaso en un contexto general complicado y difícil, que a veces se disfraza de inexpugnabilidad.

Diecisiete horas después empecé a transitar dos nuevos caminos. No sé si estos caminos me llevaran a la consecución del objetivo, o me llevarán a otros caminos, y estos a otros más. Pero sí sé, que me costará más o menos, pero ese algo, existirá.

Mis tiempos no serán los de otros, y aunque ya sé que lo perfecto es enemigo de lo bueno, el mundo está lleno de gemas ocultas.

Y tú, ¿has experimentado alguna vez este tesoro oculto de la resiliencia?

Faltan 223 días.

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El lunes pasado te hablé sobre mi resiliencia, que es mi gran fortaleza, la que siempre consigue hacerme avanzar.

Hoy quiero contarte, que, además, en esos momentos de catarsis emocional, cuando te levantas con la rabia del que se ha dejado vencer y con el orgullo del caído que se vuelve a levantar, ocurre algo más.

Renace renovada la esperanza, la convicción de que todo va a ir bien, activando mecanismos mentales que te hacen buscar, de forma consciente, pero sobre todo inconsciente, nuevas soluciones, caminos o posibilidades antes no contempladas, que se muestran brillantes y orgullosas al cobrar vida.

Creo que en los momentos en los que mi resiliencia se impone, manda y brilla, se genera, de forma inadvertida, una potente invocación a la sutil dama de las sombras, quien, convencida, me bendice.

Cuando el lunes te conté que había perdido la esperanza fue por haber agotado todos los caminos que consideraba para conseguir algo importante y crucial, sin lo cual no puede haber campaña alguna. Fue como la gota que colmó el vaso en un contexto general complicado y difícil, que a veces se disfraza de inexpugnabilidad.

Diecisiete horas después empecé a transitar dos nuevos caminos. No sé si estos caminos me llevaran a la consecución del objetivo, o me llevarán a otros caminos, y estos a otros más. Pero sí sé, que me costará más o menos, pero ese algo, existirá.

Mis tiempos no serán los de otros, y aunque ya sé que lo perfecto es enemigo de lo bueno, el mundo está lleno de gemas ocultas.

Y tú, ¿has experimentado alguna vez este tesoro oculto de la resiliencia?

Faltan 223 días.

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