Hace años se puso muy de moda establecer la misión para toda organización que se preciara. Los Servicios de Farmacia Hospitalaria no nos quedamos atrás, y la mayoría definió el suyo.
No tardé en trasladar este concepto al ámbito personal, porque, a fin de cuentas, si tan importante era para una organización, cómo no lo iba a ser para mí. Aunque en este caso, la palabra misión no me resonaba en armonía, y preferí adoptar la terminología de productividad personal, llamándolo mi propósito.
Nuestro propósito es nuestra razón de ser, lo que nos define, lo que justifica, explica y motiva nuestra existencia. O al menos así lo entiendo yo, y así lo explico en las ponencias de productividad personal que doy.
Por tanto, es lo más relevante, y el inicio a partir del cual debe emanar toda nuestra perspectiva estratégica. En definitiva, es nuestro por qué.
Si no lo tienes, creo sinceramente que deberías ocuparte de escribir uno, y tenerlo en un sitio muy visible para ti. Aunque eso sí, tu propósito, solo tú puedes definirlo.
Siéntate, empieza a pensar y a escribir. Léelo, ¿te llena?, ¿te motiva? En caso afirmativo, genial, y si no, sigue pensando, modifica partes, añade o quita elementos. Deja pasar unos días y vuelvo a leerlo, y a ampliarlo o refinarlo. Así varias veces, hasta que resuene en sincronía contigo. Su extensión, forma y contenido, tiene que ser el que a tí te llene, te motive, y sientas que define lo que eres o quieres ser.
No olvides en este proceso tomar conciencia de las normas que quieres que regulen tu pensamiento (principios), y de las cualidades sobre las que quieres basar tu comportamiento (valores).
Tampoco olvides que tu propósito es dinámico, y que puede ser modificado con el paso del tiempo, en mayor o menor medida, conforme tú o tus circunstancias cambien. Cuando ya no te resuene como debería, es momento de evolucionarlo.
Y tú, ¿tienes definido tu propósito?
Faltan 233 días.
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Hace años se puso muy de moda establecer la misión para toda organización que se preciara. Los Servicios de Farmacia Hospitalaria no nos quedamos atrás, y la mayoría definió el suyo.
No tardé en trasladar este concepto al ámbito personal, porque, a fin de cuentas, si tan importante era para una organización, cómo no lo iba a ser para mí. Aunque en este caso, la palabra misión no me resonaba en armonía, y preferí adoptar la terminología de productividad personal, llamándolo mi propósito.
Nuestro propósito es nuestra razón de ser, lo que nos define, lo que justifica, explica y motiva nuestra existencia. O al menos así lo entiendo yo, y así lo explico en las ponencias de productividad personal que doy.
Por tanto, es lo más relevante, y el inicio a partir del cual debe emanar toda nuestra perspectiva estratégica. En definitiva, es nuestro por qué.
Si no lo tienes, creo sinceramente que deberías ocuparte de escribir uno, y tenerlo en un sitio muy visible para ti. Aunque eso sí, tu propósito, solo tú puedes definirlo.
Siéntate, empieza a pensar y a escribir. Léelo, ¿te llena?, ¿te motiva? En caso afirmativo, genial, y si no, sigue pensando, modifica partes, añade o quita elementos. Deja pasar unos días y vuelvo a leerlo, y a ampliarlo o refinarlo. Así varias veces, hasta que resuene en sincronía contigo. Su extensión, forma y contenido, tiene que ser el que a tí te llene, te motive, y sientas que define lo que eres o quieres ser.
No olvides en este proceso tomar conciencia de las normas que quieres que regulen tu pensamiento (principios), y de las cualidades sobre las que quieres basar tu comportamiento (valores).
Tampoco olvides que tu propósito es dinámico, y que puede ser modificado con el paso del tiempo, en mayor o menor medida, conforme tú o tus circunstancias cambien. Cuando ya no te resuene como debería, es momento de evolucionarlo.
Y tú, ¿tienes definido tu propósito?
Faltan 233 días.