¡¡Qué paciencia, señor, qué paciencia hay que tener!!

El sábado pasado te hablé de la importancia de tener un lema (ver Día 59), y no me cansaré de destacarlo, sobre todo en épocas complicadas como esta.

Porque en esta vida, a veces, te hartas. De olvidos intencionados, de dogmas absurdos, de ficticias superioridades morales, de dobles varas de medir, de servilismos indebidos y de egos no satisfechos.

En esas ocasiones lo único que nace es ser reactivo, poniendo en negro sobre blanco incoherencias e inconsistencias. Pero hacer esto no es coherente con el lema «Gestionar no es cuestión de números, sino de valores».

No pienses que no me molestan muchas cosas que pasan, porque sí, me molestan. Pero he decidido ser positivamente proactivo y estratégico (ver Día 49), y ganar desde la ilusión y la esperanza de un futuro mucho mejor que el actual.

Y esta es la forma de actuar, y de la que hacer gala, que le pido a quienes me acompañan y a quienes nos apoyan. Porque todos somos uno, y uno son todos.

Y tú, ¿actúas en positivo o en negativo?

Faltan 247 días.