¡¡Qué horror, pero si no se me ven los ojos!!
Esta fue la primera frase que farfullé al verme en la primera prueba de grabación que hice de un video para el nuevo canal de YouTube de este Diario (ver aquí).
Me grabo con mi teléfono móvil, en principio en plan selfi, o también sobre un soporte, ya sea sentado o de pie. Luego edito y subo el vídeo, también con mi móvil. Un proceso fácil, rápido y sin coste, salvo la compra de uno de los soportes y un aro de luz por si alguna vez hace falta. No es profesional, como me suele gustar, pero es cien por cien natural.
En la primera, y en otras muchas pruebas de grabación, me di cuenta de dos circunstancias que rodeaban a mis gafas. La primera, que se me torcían. A base de jugar con las patillas, y rezando para no cargármelas, más o menos las enderecé. Pero, la segunda circunstancia era más complicada, la pantalla del teléfono, o más bien su luz, se reflejaba en los dos cristales de las gafas, impidiendo que se me vieran los ojos, y lo que ellos transmitían.
Me grabo solo, y según la cámara que use, las cosas son más o menos fáciles.
Cuando utilizo la cámara trasera, no hay problema, porque me alejo, pero solo me sirve este sistema cuando tengo más tiempo y puedo preparar un soporte, calcular el zoom, hacer pruebas para situarme bien, y que no haya ruido ambiental.
Pero cuando empleo la cámara frontal, aparecen en múltiples ocasiones reflejos en mis gafas. He probado a bajar el brillo de la pantalla, y aunque menos, se siguen viendo. Un amigo me dijo, ponte unas gafas sin cristal. Gran idea, salvo que mis gafas no llevan montura, así que tampoco me sirve.
Así las cosas, tengo dos posibilidades. Una, grabarme sin gafas. No veo ni torta en esos momentos, pero no pasa nada. Aunque, cuando lo hago, aparecen a veces unas ojeras que dan miedo. Y la otra, usar ciertos ángulos, enfoques o posiciones que consigan minimizar el dichoso reflejo.
En fin, que ya sabes por qué en los videos del canal de YouTube, a veces me verás con gafas, y a veces sin ellas. Para que me veas bien los ojos. Para que puedas acceder a su lenguaje, porque ellos no saben mentir.
Y tú, ¿tienes el mismo problema con tus gafas o con cualquier otra cosa?
Faltan 248 días.
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¡¡Qué horror, pero si no se me ven los ojos!!
Esta fue la primera frase que farfullé al verme en la primera prueba de grabación que hice de un video para el nuevo canal de YouTube de este Diario (ver aquí).
Me grabo con mi teléfono móvil, en principio en plan selfi, o también sobre un soporte, ya sea sentado o de pie. Luego edito y subo el vídeo, también con mi móvil. Un proceso fácil, rápido y sin coste, salvo la compra de uno de los soportes y un aro de luz por si alguna vez hace falta. No es profesional, como me suele gustar, pero es cien por cien natural.
En la primera, y en otras muchas pruebas de grabación, me di cuenta de dos circunstancias que rodeaban a mis gafas. La primera, que se me torcían. A base de jugar con las patillas, y rezando para no cargármelas, más o menos las enderecé. Pero, la segunda circunstancia era más complicada, la pantalla del teléfono, o más bien su luz, se reflejaba en los dos cristales de las gafas, impidiendo que se me vieran los ojos, y lo que ellos transmitían.
Me grabo solo, y según la cámara que use, las cosas son más o menos fáciles.
Cuando utilizo la cámara trasera, no hay problema, porque me alejo, pero solo me sirve este sistema cuando tengo más tiempo y puedo preparar un soporte, calcular el zoom, hacer pruebas para situarme bien, y que no haya ruido ambiental.
Pero cuando empleo la cámara frontal, aparecen en múltiples ocasiones reflejos en mis gafas. He probado a bajar el brillo de la pantalla, y aunque menos, se siguen viendo. Un amigo me dijo, ponte unas gafas sin cristal. Gran idea, salvo que mis gafas no llevan montura, así que tampoco me sirve.
Así las cosas, tengo dos posibilidades. Una, grabarme sin gafas. No veo ni torta en esos momentos, pero no pasa nada. Aunque, cuando lo hago, aparecen a veces unas ojeras que dan miedo. Y la otra, usar ciertos ángulos, enfoques o posiciones que consigan minimizar el dichoso reflejo.
En fin, que ya sabes por qué en los videos del canal de YouTube, a veces me verás con gafas, y a veces sin ellas. Para que me veas bien los ojos. Para que puedas acceder a su lenguaje, porque ellos no saben mentir.
Y tú, ¿tienes el mismo problema con tus gafas o con cualquier otra cosa?
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