Si me has leído de forma más o menos asidua, ya sabrás de mi pasión por la productividad personal, y lo que me gusta, y necesito, conseguir focalizarme y estar centrado para ser productivo.

Pero últimamente me cuesta mucho. Demasiados frentes que hay que atender en paralelo. Y, sobre todo, demasiadas notificaciones.

No me gustan las notificaciones en general, por las interrupciones que conllevan, y me enfrento a ellas de forma activa. Las de las aplicaciones instaladas en mi teléfono las tengo mayoritariamente desactivadas, incluyendo las redes sociales. Las del e-mail, por supuesto, ya que simplemente atender su número sería incompatible con prestar atención a nada más. Pero donde libro actualmente la batalla más dura es en el WhatsApp.

Y es que WhatsApp es una herramienta muy útil, cuando se usa bien, pero cuando no, puede llegar a ser una pesadilla.

El final de agosto, con la vuelta masiva de las vacaciones, marcó un pico de requerimientos de todo tipo recibidos a través de WhatsApp. El reloj inteligente no dejada de vibrar a cada poco, por temas diversos. Tampoco ayuda la forma de usarlo de algunas personas, que en vez de escribir una frase en un solo mensaje, parece que necesitan un WhatsApp por palabra, con sus correspondientes vibraciones en la muñeca. No te voy a engañar, acabé tan harto, y tan cabreado, que estuve dándole vueltas a desinstalar la aplicación, o bien cambiar de número de teléfono.

Pero hacer eso también implicaba no disponer de los beneficios inherentes al WhatsApp, por no hablar de que sí hay personas a las que necesito, o quiero, poderles contestar cuando requieran algo, casi de inmediato.

Así que opté por otro camino, más lento, más arduo, pero menos lesivo para mí, y útil a la larga, espero. Silenciar todos aquellos chats que no sean sensibles de ser urgentes. ¿Veré esos mensajes de los canales silenciados?, sí, pero cuando entre activamente a ello, y no al revés.

Tengo diferentes mecanismos de contacto, sobre todo a nivel profesional, aunque el WhatsApp, utilizado como herramienta habitual, y salvo muy contadas excepciones, para mí no es uno de ellos.

Y tú, ¿cómo gestionas tus notificaciones?

Faltan 26 días.

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Si me has leído de forma más o menos asidua, ya sabrás de mi pasión por la productividad personal, y lo que me gusta, y necesito, conseguir focalizarme y estar centrado para ser productivo.

Pero últimamente me cuesta mucho. Demasiados frentes que hay que atender en paralelo. Y, sobre todo, demasiadas notificaciones.

No me gustan las notificaciones en general, por las interrupciones que conllevan, y me enfrento a ellas de forma activa. Las de las aplicaciones instaladas en mi teléfono las tengo mayoritariamente desactivadas, incluyendo las redes sociales. Las del e-mail, por supuesto, ya que simplemente atender su número sería incompatible con prestar atención a nada más. Pero donde libro actualmente la batalla más dura es en el WhatsApp.

Y es que WhatsApp es una herramienta muy útil, cuando se usa bien, pero cuando no, puede llegar a ser una pesadilla.

El final de agosto, con la vuelta masiva de las vacaciones, marcó un pico de requerimientos de todo tipo recibidos a través de WhatsApp. El reloj inteligente no dejada de vibrar a cada poco, por temas diversos. Tampoco ayuda la forma de usarlo de algunas personas, que en vez de escribir una frase en un solo mensaje, parece que necesitan un WhatsApp por palabra, con sus correspondientes vibraciones en la muñeca. No te voy a engañar, acabé tan harto, y tan cabreado, que estuve dándole vueltas a desinstalar la aplicación, o bien cambiar de número de teléfono.

Pero hacer eso también implicaba no disponer de los beneficios inherentes al WhatsApp, por no hablar de que sí hay personas a las que necesito, o quiero, poderles contestar cuando requieran algo, casi de inmediato.

Así que opté por otro camino, más lento, más arduo, pero menos lesivo para mí, y útil a la larga, espero. Silenciar todos aquellos chats que no sean sensibles de ser urgentes. ¿Veré esos mensajes de los canales silenciados?, sí, pero cuando entre activamente a ello, y no al revés.

Tengo diferentes mecanismos de contacto, sobre todo a nivel profesional, aunque el WhatsApp, utilizado como herramienta habitual, y salvo muy contadas excepciones, para mí no es uno de ellos.

Y tú, ¿cómo gestionas tus notificaciones?

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