El otro día te hablaba de la emoción, y de su similitud a una fuerza divina que nos hace soñar. Que es la llama interior que nos hace vibrar y nos mantiene el corazón ardiente. Y que sus alas nos llevan a dimensiones superiores y nos empodera hasta hacernos creer que podemos vencer cualquier obstáculo.

Esta emoción la podemos obtener de nuestros propios objetivos, para también nos la puede imbuir el liderazgo de un o una líder, ya que el auténtico liderazgo, emociona.

Considero que es una clave fundamental, porque es la base de la que derivan tres características inherentes a los y las líderes. El liderazgo ENSEÑA, INSPIRA y MOTIVA.

La figura del o de la líder, tiene mucho que ver con la de un o una maestra. Crea un entorno de aprendizaje, y al enseñar, consigue inspirar y motivar. Y lo consigue, en gran medida, porque enseña cómo avanzar hacia la consecución de las creencias, de los porqués.

Y no tiene miedo de enseñar, ni de que otros sepan lo que sabe. No se guarda su conocimiento para sí. ¿Recuerdas cuando te conté que un o una líder debe hacerse progresivamente prescindible?, pues era por esto.

Pero, ¿sabes por qué no tiene miedo? Pues porque se asienta sobre la innovación permanente, y ya está pensando en cómo innovar aquello que enseña. Por tanto, no se preocupa de si otros saben lo que él o ella sabe, porque al innovar, va por delante.

Y tú, ¿consideras que el verdadero liderazgo necesita emocionar?

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