Existe una sinergia que me gusta especialmente, y es la de hacer brasas con buenos amigos con el fin de usarlas para cocinar una buena comida o cena.

Hacer unas brasas suele ser una experiencia que brinda un ambiente relajado y sin presiones. Es sencillo desconectar de las preocupaciones cotidianas y navegar en un ambiente de amistad y calma. Incluso aunque existan preocupaciones, se ven de otra forma. Y sin duda, fomenta la unión y la amistad, al compartir y reírmos juntos, creando recuerdos duraderos.

Como además, la experiencia suele ir acompañada de una copa de un buen vino tinto, la sinergia aumenta.

Sin embargo, existen situaciones similares en muchos aspectos a esta, como por ejemplo hacer una paella, pero en el caso de las brasas hay un plus. Un extra bonus.

Creo que es el poder purificador del fuego. Siempre me ha gustado esa sensación de calma que me transmite. Me suelo quedar absorto durante segundos, mirándolo, sobre todo por la noche, donde destaca especialmente su belleza y su crepitar. Ya sé que el fuego no es magia, pero se le parece mucho.

Y como colofón, las chuletas y el embutido, o lo que sea que cocines, están de rechupete.

En definitiva, sinergia pura, de las mejores. Algo que hay que buscar hasta en una sociedad científica.

Y a ti, ¿te gusta hacer unas buenas brasas?

Faltan 148 días.

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Existe una sinergia que me gusta especialmente, y es la de hacer brasas con buenos amigos con el fin de usarlas para cocinar una buena comida o cena.

Hacer unas brasas suele ser una experiencia que brinda un ambiente relajado y sin presiones. Es sencillo desconectar de las preocupaciones cotidianas y navegar en un ambiente de amistad y calma. Incluso aunque existan preocupaciones, se ven de otra forma. Y sin duda, fomenta la unión y la amistad, al compartir y reírmos juntos, creando recuerdos duraderos.

Como además, la experiencia suele ir acompañada de una copa de un buen vino tinto, la sinergia aumenta.

Sin embargo, existen situaciones similares en muchos aspectos a esta, como por ejemplo hacer una paella, pero en el caso de las brasas hay un plus. Un extra bonus.

Creo que es el poder purificador del fuego. Siempre me ha gustado esa sensación de calma que me transmite. Me suelo quedar absorto durante segundos, mirándolo, sobre todo por la noche, donde destaca especialmente su belleza y su crepitar. Ya sé que el fuego no es magia, pero se le parece mucho.

Y como colofón, las chuletas y el embutido, o lo que sea que cocines, están de rechupete.

En definitiva, sinergia pura, de las mejores. Algo que hay que buscar hasta en una sociedad científica.

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