Hace un par de semanas te conté que, para mí, la vocación de servicio es la primera de las claves del liderazgo. Que el o la líder está para servir a los demás, y no al revés.

Pero hay un factor que hay que considerar en su relación con esta clave, y es el ego.

Somos humanos, y todos, sin excepción, tenemos ego, lo cual no es inherentemente negativo, porque el ego, en su justa medida, es un motor de la autoestima y del desarrollo, que puede ayudar a ejercer un liderazgo bien entendido.

El problema viene cuando el ego se desboca. Porque cuando satisfacer este ego pasa a ser una prioridad básica, es cuando aparece un ansia desmedida de liderazgo mal entendido. Una necesidad de ser seguido o seguida, que poco tiene que ver con el liderazgo real, porque el servicio a los demás brilla por su ausencia.

¿Te suena la frase “La función del líder es hacer más líderes, no más seguidores”? Bajo el prisma de la vocación de servicio la entenderás mejor, porque el liderazgo no va de ti, sino de los otros.

Aunque te reconozco que a mí me gusta más esta otra cita, que, aunque quizá sea más dura, la entiendo muy acertada.

“Un buen líder es aquel que se hace progresivamente innecesario”,

-Thomas Carotens –

Y tú, ¿estás de acuerdo con esta cita?

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