Si me conoces, ya sabes lo poco o nada creyente que soy del actual modelo de jornadas y ponencias.

La razón es que, además de la escasa capacidad de comunicación que se observa en general, existe otro factor, mucho menos nombrado, que hace que, en la mayoría de los casos, casi todo lo que nos han enseñado en una ponencia, se pierda y sirva para muy poco. Me refiero a la curva del olvido.

Propuesta por Ebbinghaus, y también conocida como la tasa del olvido, viene a decir que, cuanto más intenso es un recuerdo, más tiempo se retiene en nuestra memoria. Pero también remarca el carácter efímero de la memorización de la información, puesto que nuestro cerebro, antes de llenarse de información, decide eliminar parte de la que contiene.

En las representaciones gráficas de esta curva, se observa claramente cómo la información memorizada se desvanece conforme avanza el tiempo. Así, a modo de ejemplo, pasada una hora tras finalizar una ponencia olvidamos un 60 % de lo aprendido. Pasadas 24 horas solo recordaremos un 30 %, y pasado un mes, un 5 %.

Si a este fenómeno natural, le sumas el escaso impacto o intensidad que nos causa, en general, la información y las y los ponentes en estas ponencias y jornadas, el resultado es el que es.

En mi opinión, solo la toma activa de notas durante el evento (o mejor aún, disponer de material con los mensajes fuerza), y su integración posterior en un sistema estructurado de gestión del conocimiento, como podría ser un cerebro digital, junto con la práctica de técnicas como la repetición espaciada y el active recall, es la única forma real de sacar partido a estos eventos formativos.

Y en tu caso, ¿recuerdas algo de lo que se dijo en alguna ponencia que hayas visto hace más de tres días?, ¿y de veinte?

Faltan 156 días.

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Si me conoces, ya sabes lo poco o nada creyente que soy del actual modelo de jornadas y ponencias.

La razón es que, además de la escasa capacidad de comunicación que se observa en general, existe otro factor, mucho menos nombrado, que hace que, en la mayoría de los casos, casi todo lo que nos han enseñado en una ponencia, se pierda y sirva para muy poco. Me refiero a la curva del olvido.

Propuesta por Ebbinghaus, y también conocida como la tasa del olvido, viene a decir que, cuanto más intenso es un recuerdo, más tiempo se retiene en nuestra memoria. Pero también remarca el carácter efímero de la memorización de la información, puesto que nuestro cerebro, antes de llenarse de información, decide eliminar parte de la que contiene.

En las representaciones gráficas de esta curva, se observa claramente cómo la información memorizada se desvanece conforme avanza el tiempo. Así, a modo de ejemplo, pasada una hora tras finalizar una ponencia olvidamos un 60 % de lo aprendido. Pasadas 24 horas solo recordaremos un 30 %, y pasado un mes, un 5 %.

Si a este fenómeno natural, le sumas el escaso impacto o intensidad que nos causa, en general, la información y las y los ponentes en estas ponencias y jornadas, el resultado es el que es.

En mi opinión, solo la toma activa de notas durante el evento (o mejor aún, disponer de material con los mensajes fuerza), y su integración posterior en un sistema estructurado de gestión del conocimiento, como podría ser un cerebro digital, junto con la práctica de técnicas como la repetición espaciada y el active recall, es la única forma real de sacar partido a estos eventos formativos.

Y en tu caso, ¿recuerdas algo de lo que se dijo en alguna ponencia que hayas visto hace más de tres días?, ¿y de veinte?

Faltan 156 días.

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