El otro día, tras publicar «El duelo del Ego«, un compañero me envió un comentario al respecto sobre lo identificado que se sentía, y acababa sus reflexiones diciéndome que había que ser muy valiente para volver a presentarse a unas elecciones, con el peligro de volver a pasar por una situación como la descrita en la entrada del Diario de ese día.
Te reconozco que me dejó muy pensativo. Aun de vacaciones, y bien contento y ocupado con mis quehaceres, mi mente se iba a este tema, hasta el punto de que a la mañana siguiente, bien temprano, me despertó e hizo levantarme para escribir esto.
Y es que yo no me siento valiente, en absoluto, por volverme a presentar. Son unas cuantas ya las veces que me le han dicho, pero no lo siento así, te lo prometo. Quizá esa asimetría es lo que me hacía darle vueltas al tema.
El balance de presentarme hace cuatro años, a pesar del resultado, fue positivo. Hice nuevos amigos, aprendí mucho, disfruté mucho, tanto el camino, como creando todas las cosas que creamos, y me reté a mí mismo, algo que siempre es apasionante. Y además, es que lo sentí así de forma permanente. En ningún momento me arrepentí de haberme presentado, ni en los más duros.
Hoy, sin siquiera haber presentado la candidatura, llevo ya muchas cosas positivas. Nuevos amigos, nuevos aprendizajes, me gusta todo lo desarrollado hasta ahora, y sobre todo, me he vuelto a empujar a mí mismo a salir de una cierta zona de confort en la que estaba instalado.
Creo que no es valentía, sino simplemente querer mejorar, querer aportar, y sinceramente, porque me lo pide mi interior, ese que a veces sabe más que mi mente, aunque no sepa el porqué.
Y en tu caso, ¿has percibido asimetrías similares en tu vida?
Faltan 167 días.
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El otro día, tras publicar «El duelo del Ego«, un compañero me envió un comentario al respecto sobre lo identificado que se sentía, y acababa sus reflexiones diciéndome que había que ser muy valiente para volver a presentarse a unas elecciones, con el peligro de volver a pasar por una situación como la descrita en la entrada del Diario de ese día.
Te reconozco que me dejó muy pensativo. Aun de vacaciones, y bien contento y ocupado con mis quehaceres, mi mente se iba a este tema, hasta el punto de que a la mañana siguiente, bien temprano, me despertó e hizo levantarme para escribir esto.
Y es que yo no me siento valiente, en absoluto, por volverme a presentar. Son unas cuantas ya las veces que me le han dicho, pero no lo siento así, te lo prometo. Quizá esa asimetría es lo que me hacía darle vueltas al tema.
El balance de presentarme hace cuatro años, a pesar del resultado, fue positivo. Hice nuevos amigos, aprendí mucho, disfruté mucho, tanto el camino, como creando todas las cosas que creamos, y me reté a mí mismo, algo que siempre es apasionante. Y además, es que lo sentí así de forma permanente. En ningún momento me arrepentí de haberme presentado, ni en los más duros.
Hoy, sin siquiera haber presentado la candidatura, llevo ya muchas cosas positivas. Nuevos amigos, nuevos aprendizajes, me gusta todo lo desarrollado hasta ahora, y sobre todo, me he vuelto a empujar a mí mismo a salir de una cierta zona de confort en la que estaba instalado.
Creo que no es valentía, sino simplemente querer mejorar, querer aportar, y sinceramente, porque me lo pide mi interior, ese que a veces sabe más que mi mente, aunque no sepa el porqué.
Y en tu caso, ¿has percibido asimetrías similares en tu vida?
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