El otro día, alguien que me quiere, me reiteraba su preocupación por mí en el caso de no ganar las elecciones. Como en ocasiones anteriores le dije, «no te preocupes, que ya sé lo que es».

Y hoy me apetece contártelo, quizá por ser Viernes Santo. Lo denomino «El duelo del ego«, refiriéndome al mío propio.

Lo llamé así, porque en realidad es como un duelo, a otro nivel diferente al que estamos acostumbrados a aplicarlo, porque no has perdido a nadie, ni nada realmente importante, pero sí creo que el ego lo siente de forma similar. Por ello considero que es aplicable el modelo propuesto por Elisabeth Kübler-Ross, con sus cinco fases.

1.- Negación. Tu ego se niega a aceptar la realidad de la derrota. Se siente aturdido, confuso e incapaz de aceptar que sea posible. Aparecen pensamientos sobre las posibilidades reales de que las elecciones hayan sido amañadas, los cuales, además, al tratarse de un proceso electrónico que no controlas (pero que otros podrían hacerlo), son difíciles de desterrar, hasta que lo haces.

2.- Ira. Tu ego siente frustración y furia ante el resultado. Se dirige, al menos mentalmente, hacia el conjunto de votantes de la opción ganadora, y sobre todo, hacia quienes claramente notas por su lenguaje corporal que no han hecho lo que te habían dicho que iban a hacer. También desaparece.

3.- Negociación. Creo que el ego negocia consigo mismo, y quizá con el Universo, como revertir la situación. ¿Qué vamos a hacer para cambiar eso dentro de cuatro años?. También termina pasando.

4.- Depresión. El ego está triste, con desesperanza, y eso se transmite al conjunto del ser. No es una depresión profunda, pero sí la hay, generando además problemas para enfrentarse al mundo en el día a día. Se acaba superando.

5.- Aceptación. Finalmente, el ego comienza a aceptar la realidad y a tratar de avanzar. Siempre ayuda tener nuevos objetivos, proyectos y causas por las que pelear.

En mi caso pienso que esto fue más o menos así. Algunas de estas fases se entremezclaron entre sí en el tiempo, y no siempre siguieron un orden estricto.

¿Puede pasar de nuevo?, sí, claro. Pero esta vez me pilla, además de entrenado, con objetivos muy apasionantes esperando por si no sale bien.

Y tú, ¿has tenido alguna vez un duelo del ego?

Faltan 181 días.

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El otro día, alguien que me quiere, me reiteraba su preocupación por mí en el caso de no ganar las elecciones. Como en ocasiones anteriores le dije, «no te preocupes, que ya sé lo que es».

Y hoy me apetece contártelo, quizá por ser Viernes Santo. Lo denomino «El duelo del ego«, refiriéndome al mío propio.

Lo llamé así, porque en realidad es como un duelo, a otro nivel diferente al que estamos acostumbrados a aplicarlo, porque no has perdido a nadie, ni nada realmente importante, pero sí creo que el ego lo siente de forma similar. Por ello considero que es aplicable el modelo propuesto por Elisabeth Kübler-Ross, con sus cinco fases.

1.- Negación. Tu ego se niega a aceptar la realidad de la derrota. Se siente aturdido, confuso e incapaz de aceptar que sea posible. Aparecen pensamientos sobre las posibilidades reales de que las elecciones hayan sido amañadas, los cuales, además, al tratarse de un proceso electrónico que no controlas (pero que otros podrían hacerlo), son difíciles de desterrar, hasta que lo haces.

2.- Ira. Tu ego siente frustración y furia ante el resultado. Se dirige, al menos mentalmente, hacia el conjunto de votantes de la opción ganadora, y sobre todo, hacia quienes claramente notas por su lenguaje corporal que no han hecho lo que te habían dicho que iban a hacer. También desaparece.

3.- Negociación. Creo que el ego negocia consigo mismo, y quizá con el Universo, como revertir la situación. ¿Qué vamos a hacer para cambiar eso dentro de cuatro años?. También termina pasando.

4.- Depresión. El ego está triste, con desesperanza, y eso se transmite al conjunto del ser. No es una depresión profunda, pero sí la hay, generando además problemas para enfrentarse al mundo en el día a día. Se acaba superando.

5.- Aceptación. Finalmente, el ego comienza a aceptar la realidad y a tratar de avanzar. Siempre ayuda tener nuevos objetivos, proyectos y causas por las que pelear.

En mi caso pienso que esto fue más o menos así. Algunas de estas fases se entremezclaron entre sí en el tiempo, y no siempre siguieron un orden estricto.

¿Puede pasar de nuevo?, sí, claro. Pero esta vez me pilla, además de entrenado, con objetivos muy apasionantes esperando por si no sale bien.

Y tú, ¿has tenido alguna vez un duelo del ego?

Faltan 181 días.

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