Siempre he pensado que una de las principales virtudes de nuestra profesión, y una de las que más nos ha permitido mejorar y avanzar a lo largo del tiempo, es la generosidad que solemos mostrar haciendo benchmarking.

En resumen, se trata de identificar las mejores prácticas de los diferentes Servicios de Farmacia, y aplicarlas en el propio, para mejorar su desempeño y alcanzar los objetivos establecidos.

Esta práctica, bien hecha, tiene múltiples ventajas. Nos permite identificar oportunidades de mejora, porque al compararnos vemos donde podemos mejorar. Obtenemos nuevos conocimientos y habilidades. Mejoramos la eficiencia y la calidad de nuestros procesos y servicios, e incrementamos la innovación, ya que podemos innovar sobre el nuevo u otros procesos. En definitiva, fortalecemos la ventaja competitiva, tanto de nuestro Servicio como de la profesión en general.

Soy un convencido del benchmarking, sobre todo porque para mí, el benchmarking tiene un factor diferencial, y fundamental, del simple acto de copiar.

El benchmarking es algo compartido. En el benchmarking hay diálogo, comunicación, y, por tanto, aprenden, mejoran y evolucionan ambas partes. Se habla del porqué y del cómo que subyacen a las acciones y mensajes.

Cuando se copia a otros, esa comunicación, ese diálogo, no existe, y por eso, quien copia, no siempre tiene tiene claro el trasfondo, el porqué, dando lugar a resultados que no cumplen con los auténticos objetivos.

Copiar es fácil y rápido. Hacer benchamarking cuesta más, pero sin ninguna duda, es más productivo y constructivo. Y más educado también.

Y tú, ¿que prefieres hacer, benchmarking o solo copiar?

Faltan 184 días.

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Siempre he pensado que una de las principales virtudes de nuestra profesión, y una de las que más nos ha permitido mejorar y avanzar a lo largo del tiempo, es la generosidad que solemos mostrar haciendo benchmarking.

En resumen, se trata de identificar las mejores prácticas de los diferentes Servicios de Farmacia, y aplicarlas en el propio, para mejorar su desempeño y alcanzar los objetivos establecidos.

Esta práctica, bien hecha, tiene múltiples ventajas. Nos permite identificar oportunidades de mejora, porque al compararnos vemos donde podemos mejorar. Obtenemos nuevos conocimientos y habilidades. Mejoramos la eficiencia y la calidad de nuestros procesos y servicios, e incrementamos la innovación, ya que podemos innovar sobre el nuevo u otros procesos. En definitiva, fortalecemos la ventaja competitiva, tanto de nuestro Servicio como de la profesión en general.

Soy un convencido del benchmarking, sobre todo porque para mí, el benchmarking tiene un factor diferencial, y fundamental, del simple acto de copiar.

El benchmarking es algo compartido. En el benchmarking hay diálogo, comunicación, y, por tanto, aprenden, mejoran y evolucionan ambas partes. Se habla del porqué y del cómo que subyacen a las acciones y mensajes.

Cuando se copia a otros, esa comunicación, ese diálogo, no existe, y por eso, quien copia, no siempre tiene tiene claro el trasfondo, el porqué, dando lugar a resultados que no cumplen con los auténticos objetivos.

Copiar es fácil y rápido. Hacer benchamarking cuesta más, pero sin ninguna duda, es más productivo y constructivo. Y más educado también.

Y tú, ¿que prefieres hacer, benchmarking o solo copiar?

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