El otro día, mi hijo vino super contento del colegio, le habían elegido alcalde de la clase.
Te reconozco que me hizo ilusión, primero porque hubiera querido presentarse, naciéndole a él, sin nadie mediatizándolo, y segundo, porque le habían elegido. No hay que perder la esperanza, alguien de la familia es capaz de ganar unas elecciones.
Luego me leyó su discurso electoral, uno que había escrito para toda la clase, y que había leído antes de las votaciones. Y me sorprendió ver que casi el 80 % de su contenido tenía que ver con cómo mejorar como colectivo de clase, atendiendo a comportamientos y a valores. Luego venían, por supuesto, las reivindicaciones frente a la dirección del colegio, y aunque no muchas en número, sí de calado.
Me ilusionó pensar que, con sus 9 años, tanto él como sus compañeras y compañeros votaran por un mensaje basado en el beneficio común, en la mejora colectiva, asumiendo que son sus acciones las que marcan sus resultados. Hay esperanza para el futuro. Y aunque ya llegarán quienes quieran intoxicarles con los mensajes absurdos e imperantes de que me lo den todo hecho, y que solo tengo derechos y ninguna obligación, los mimbres son buenos. Habrá que proteger estos mimbres con el ejemplo.
Y sobre todo, sentí orgullo de padre, porque, salvando las enormes diferencias a todos los niveles, las campañas de mi hijo y la mía eran isomórficas.
Y tú, ¿has pensado alguna vez cómo diseñarías tu campaña si te presentaras a la Presidencia de la SEFH?
Faltan 204 días.
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El otro día, mi hijo vino super contento del colegio, le habían elegido alcalde de la clase.
Te reconozco que me hizo ilusión, primero porque hubiera querido presentarse, naciéndole a él, sin nadie mediatizándolo, y segundo, porque le habían elegido. No hay que perder la esperanza, alguien de la familia es capaz de ganar unas elecciones.
Luego me leyó su discurso electoral, uno que había escrito para toda la clase, y que había leído antes de las votaciones. Y me sorprendió ver que casi el 80 % de su contenido tenía que ver con cómo mejorar como colectivo de clase, atendiendo a comportamientos y a valores. Luego venían, por supuesto, las reivindicaciones frente a la dirección del colegio, y aunque no muchas en número, sí de calado.
Me ilusionó pensar que, con sus 9 años, tanto él como sus compañeras y compañeros votaran por un mensaje basado en el beneficio común, en la mejora colectiva, asumiendo que son sus acciones las que marcan sus resultados. Hay esperanza para el futuro. Y aunque ya llegarán quienes quieran intoxicarles con los mensajes absurdos e imperantes de que me lo den todo hecho, y que solo tengo derechos y ninguna obligación, los mimbres son buenos. Habrá que proteger estos mimbres con el ejemplo.
Y sobre todo, sentí orgullo de padre, porque, salvando las enormes diferencias a todos los niveles, las campañas de mi hijo y la mía eran isomórficas.
Y tú, ¿has pensado alguna vez cómo diseñarías tu campaña si te presentaras a la Presidencia de la SEFH?
Faltan 204 días.