No sé si conocerás este concepto.
Aunque lo experimento desde que tengo memoria, no conocí su nombre hasta hace relativamente poco. Es la adaptación hedónica.
Se puede definir cómo la tendencia a volver rápidamente a un nivel basal de satisfacción sin importar lo que suceda en la vida.
Es la típica experiencia de desear algo (pon aquí lo que quieras) con todas tus fuerzas, y una vez lo consigues, te satisface durante un tiempo, para luego dejar de hacerlo, pasando a ser algo que ya estuviera integrado, normalizado o asimilado.
Es la causa raíz de una conocida cita de David Myers:
«Toda experiencia deseable (amor apasionado, éxtasis espiritual, placer de una nueva adquisición, euforia del éxito) es transitoria.»
Leí una vez que tenía sus beneficios evolutivos, porque así las nuevas metas captan nuestra atención constantemente, evolucionamos y no nos estancamos. No sé, imagino que, como todo en farmacia, el beneficio depende de la dosis. En su justa medida es un acicate, pero en exceso puede ser problemático.
¿Por qué te cuento esto hoy?, te preguntarás.
Pues porque leía esta semana sobre una mentira llamada Felicidad Condicional, que creo que es algo en lo que caemos con excesiva frecuencia. Y que no es otra cosa que atar, o condicionar (de ahí su nombre) nuestra felicidad personal a que ocurra algo externo. Y es un modelo fallido, precisamente por la adaptación hedónica.
Por contra, leía que, en los momentos de felicidad verdadera sobrevenida (como, por ejemplo, ver un paisaje que te impacta y te deja sin respiración, ver feliz y radiante a tu hijo y sentir como que se ralentiza el espacio tiempo, o cualquier otra cosa), lo que ocurre en realidad es que ACEPTAS EL MUNDO TAL CUAL ES. No te planteas cambiarlo, lo aceptas tal cual es. Y que, por tanto, la clave para ser feliz era aceptar tu vida tal cual es, tomando conciencia de todo lo bueno, hermoso y positivo que hay en ella.
Pero ojo, que aceptarlo no significa que haya que resignarse a que las cosas sean de cierta forma o manera. Si no concuerdan con nuestra visión y valores, debemos hacer lo posible por cambiarlas, pero porque así debe de ser, no porque pensemos que logrando dicho cambio vayamos a alcanzar la felicidad, ya que no será así.
Y como nuestra vida, en realidad, no es más que una búsqueda permanente de la felicidad, entenderás la importancia que creo que tiene lo escrito hoy aquí.
Y tú, ¿conocías el concepto de adaptación hedónica?
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No sé si conocerás este concepto.
Aunque lo experimento desde que tengo memoria, no conocí su nombre hasta hace relativamente poco. Es la adaptación hedónica.
Se puede definir cómo la tendencia a volver rápidamente a un nivel basal de satisfacción sin importar lo que suceda en la vida.
Es la típica experiencia de desear algo (pon aquí lo que quieras) con todas tus fuerzas, y una vez lo consigues, te satisface durante un tiempo, para luego dejar de hacerlo, pasando a ser algo que ya estuviera integrado, normalizado o asimilado.
Es la causa raíz de una conocida cita de David Myers:
«Toda experiencia deseable (amor apasionado, éxtasis espiritual, placer de una nueva adquisición, euforia del éxito) es transitoria.»
Leí una vez que tenía sus beneficios evolutivos, porque así las nuevas metas captan nuestra atención constantemente, evolucionamos y no nos estancamos. No sé, imagino que, como todo en farmacia, el beneficio depende de la dosis. En su justa medida es un acicate, pero en exceso puede ser problemático.
¿Por qué te cuento esto hoy?, te preguntarás.
Pues porque leía esta semana sobre una mentira llamada Felicidad Condicional, que creo que es algo en lo que caemos con excesiva frecuencia. Y que no es otra cosa que atar, o condicionar (de ahí su nombre) nuestra felicidad personal a que ocurra algo externo. Y es un modelo fallido, precisamente por la adaptación hedónica.
Por contra, leía que, en los momentos de felicidad verdadera sobrevenida (como, por ejemplo, ver un paisaje que te impacta y te deja sin respiración, ver feliz y radiante a tu hijo y sentir como que se ralentiza el espacio tiempo, o cualquier otra cosa), lo que ocurre en realidad es que ACEPTAS EL MUNDO TAL CUAL ES. No te planteas cambiarlo, lo aceptas tal cual es. Y que, por tanto, la clave para ser feliz era aceptar tu vida tal cual es, tomando conciencia de todo lo bueno, hermoso y positivo que hay en ella.
Pero ojo, que aceptarlo no significa que haya que resignarse a que las cosas sean de cierta forma o manera. Si no concuerdan con nuestra visión y valores, debemos hacer lo posible por cambiarlas, pero porque así debe de ser, no porque pensemos que logrando dicho cambio vayamos a alcanzar la felicidad, ya que no será así.
Y como nuestra vida, en realidad, no es más que una búsqueda permanente de la felicidad, entenderás la importancia que creo que tiene lo escrito hoy aquí.
Y tú, ¿conocías el concepto de adaptación hedónica?