A veces, cuando nuestra retórica habitual no logra transmitir lo que deseamos, resulta más efectivo contar una historia. Por eso, hoy quiero contaros una. Comienza así…
Había una vez un faro en la costa de un mar turbulento. Este faro brillaba con una luz intensa y cálida, guiando a los barcos hacia aguas seguras noche tras noche. Las estrellas en el cielo admiraban su dedicación.
Una noche, una estrella curiosa le preguntó al faro: «¿Cómo puedes brillar tan intensamente sin descanso?»
El faro respondió: «Veo la diferencia que hago en la vida de los marineros. Su seguridad y su gratitud me dan fuerza para seguir brillando».
Con el tiempo, el faro comenzó a notar que su luz parpadeaba ocasionalmente. Las estrellas, preocupadas, le aconsejaron que descansara, pero el faro insistía: «No puedo. Los barcos me necesitan».
Una noche tormentosa, el faro dio todo de sí para guiar a una flota en peligro. Cuando el último barco llegó a salvo, su luz se apagó.
Las estrellas, entristecidas pero agradecidas, decidieron honrar al faro. Y cada noche, una de ellas descendía para ocupar su lugar, manteniendo viva su luz y su legado.
Los marineros, al ver la luz del faro brillar eternamente, contaban la historia del faro que se convirtió en estrella, cuya dedicación y calidez seguían guiándoles incluso después de haberse apagado.
En este mundo, hay personas especiales que, como faros luminosos, guían nuestro camino con su calidez y sabiduría. Estas personas no solo iluminan nuestros momentos oscuros, sino que también nos inspiran a brillar con luz propia, dejando una huella imborrable en nuestras vidas y en las de quienes nos rodean.
Estar aquí es motivo de felicidad, pero tengo que reconoceros que algo me duele profundamente hoy, y es que no pueda subir ella en persona a recoger este premio, porque estoy seguro de que la tendría completamente emocionada. Y es que nuestro faro se apagó el pasado 15 de marzo, justo antes de unas Fallas que le encantaban.
Quizá os preguntéis que hace esta muñeca aquí.
Pero esta es otra historia. Una que ocurrió hace nueve años, en el 60 Congreso de la SEFH en Valencia, y que pone de manifiesto lo que era nuestra compañera. Porque esta muñeca es el símbolo que mejor representa su historia de amor con la SEFH. Porque ella sabía unir los puntos como nadie.
Fue a ella a quien se le ocurrió colaborar con Juegaterapia, organización a la que tenía gran cariño, y que simbolizaba a través de estas muñecas. Esta es una de sus tres favoritas, y la que desde el pasado 15 de marzo, está en mi despacho, siempre presente, siempre alumbrando.
Ella gestionó la donación de aquel Congreso a Juegaterapia, y ella es la culpable de que el logo de la SEFH figure con honor, en la placa de patrocinadores del Jardín para niños ingresados que Juegaterapia inauguró años después en el Hospital La Fe de Valencia.
Y si, me he traído a la muñeca de paseo a A Coruña, porque tenía que estar aquí. Porque tenía que ver esto en primera persona.
Hoy, al presentar este premio, quiero agradecerle públicamente a la SEFH, y a su Junta Directiva y de Gobierno, que sean una de las estrellas de la historia, ayudando a mantener viva, la luz y el legado de nuestra compañera.
En fin, que es para mí un enorme placer anunciar que el premio de reconocimiento de Méritos de la SEFH del año 2024 le ha sido otorgado a nuestra compañera, la Dra. Eva Romá Sánchez, luz y alma del Servicio de Farmacia del Hospital La Fe de Valencia.
Texto integro de la presentación del Premio de Méritos SEFH 2024 a mi compañera y amiga, la Dra. Eva Romá Sánchez.
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A veces, cuando nuestra retórica habitual no logra transmitir lo que deseamos, resulta más efectivo contar una historia. Por eso, hoy quiero contaros una. Comienza así…
Había una vez un faro en la costa de un mar turbulento. Este faro brillaba con una luz intensa y cálida, guiando a los barcos hacia aguas seguras noche tras noche. Las estrellas en el cielo admiraban su dedicación.
Una noche, una estrella curiosa le preguntó al faro: «¿Cómo puedes brillar tan intensamente sin descanso?»
El faro respondió: «Veo la diferencia que hago en la vida de los marineros. Su seguridad y su gratitud me dan fuerza para seguir brillando».
Con el tiempo, el faro comenzó a notar que su luz parpadeaba ocasionalmente. Las estrellas, preocupadas, le aconsejaron que descansara, pero el faro insistía: «No puedo. Los barcos me necesitan».
Una noche tormentosa, el faro dio todo de sí para guiar a una flota en peligro. Cuando el último barco llegó a salvo, su luz se apagó.
Las estrellas, entristecidas pero agradecidas, decidieron honrar al faro. Y cada noche, una de ellas descendía para ocupar su lugar, manteniendo viva su luz y su legado.
Los marineros, al ver la luz del faro brillar eternamente, contaban la historia del faro que se convirtió en estrella, cuya dedicación y calidez seguían guiándoles incluso después de haberse apagado.
En este mundo, hay personas especiales que, como faros luminosos, guían nuestro camino con su calidez y sabiduría. Estas personas no solo iluminan nuestros momentos oscuros, sino que también nos inspiran a brillar con luz propia, dejando una huella imborrable en nuestras vidas y en las de quienes nos rodean.
Estar aquí es motivo de felicidad, pero tengo que reconoceros que algo me duele profundamente hoy, y es que no pueda subir ella en persona a recoger este premio, porque estoy seguro de que la tendría completamente emocionada. Y es que nuestro faro se apagó el pasado 15 de marzo, justo antes de unas Fallas que le encantaban.
Quizá os preguntéis que hace esta muñeca aquí.
Pero esta es otra historia. Una que ocurrió hace nueve años, en el 60 Congreso de la SEFH en Valencia, y que pone de manifiesto lo que era nuestra compañera. Porque esta muñeca es el símbolo que mejor representa su historia de amor con la SEFH. Porque ella sabía unir los puntos como nadie.
Fue a ella a quien se le ocurrió colaborar con Juegaterapia, organización a la que tenía gran cariño, y que simbolizaba a través de estas muñecas. Esta es una de sus tres favoritas, y la que desde el pasado 15 de marzo, está en mi despacho, siempre presente, siempre alumbrando.
Ella gestionó la donación de aquel Congreso a Juegaterapia, y ella es la culpable de que el logo de la SEFH figure con honor, en la placa de patrocinadores del Jardín para niños ingresados que Juegaterapia inauguró años después en el Hospital La Fe de Valencia.
Y si, me he traído a la muñeca de paseo a A Coruña, porque tenía que estar aquí. Porque tenía que ver esto en primera persona.
Hoy, al presentar este premio, quiero agradecerle públicamente a la SEFH, y a su Junta Directiva y de Gobierno, que sean una de las estrellas de la historia, ayudando a mantener viva, la luz y el legado de nuestra compañera.
En fin, que es para mí un enorme placer anunciar que el premio de reconocimiento de Méritos de la SEFH del año 2024 le ha sido otorgado a nuestra compañera, la Dra. Eva Romá Sánchez, luz y alma del Servicio de Farmacia del Hospital La Fe de Valencia.
Texto integro de la presentación del Premio de Méritos SEFH 2024 a mi compañera y amiga, la Dra. Eva Romá Sánchez.