Hoy tenía que felicitar a alguien por su cumpleaños. Era difícil olvidarse de su cumpleaños, siendo el día del padre y viviendo en Valencia.

Pero no va a poder ser. Se fue hace 5 días, justo antes de unas Fallas que le encantaban por el chocolate y los buñuelos. Siempre recordaré su ilusión trayendo los buñuelos cada semana antes de Fallas, y sus habituales decepciones si estaban algo fríos o no tan ricos como a ella le gustaban.

Y es que ella era así, perfeccionista a ultranza, de las que anticipan escenarios perfectos, que trabajaba por conseguir, pero que difícilmente podían ser alcanzados en la vida real, porque, simplemente, el resto no estábamos a su altura.

La vi por última vez en un frío tanatorio, aunque no pude estar en su entierro. Me dolió, pero ella no hubiera querido que cancelara todas las ilusiones acumuladas, tanto de mi mujer y mi hijo, como mías. Y es que, en realidad, tampoco importaba. Recé por ella en San Pedro y en otras iglesias de Roma.

Decidí que mi última imagen de ella no sería la del tanatorio, sino otra, en su plenitud física y emocional. Una en la que su omnipresente sonrisa y su cariño, lo inundaba todo.

Los antiguos del Servicio de Farmacia del Hospital La Fe saben que nos unía una relación especial. Con ella era fácil hablar, quizá por eso fue mi confidente y confesora en tantas ocasiones. Y que te podías fiar de ella, de verdad, también ayudaba.

Tuve que escribir uno de los mensajes más tristes que recuerdo, para enviarlo a la Lista SEFH. Pero no podía permitir que, aunque las lágrimas humedecieran el teclado, las palabras trasladaran esa tristeza. Probablemente, su luz me alumbró.

Me da rabia porque no sé si se fue siendo consciente del impacto que su vida había causado en los demás. Aunque tengo la esperanza, que allá donde haya ido, haya sentido el cariño y el amor de todas y todos los que la hemos llorado.

Y espero, sobre todo, que allá donde esté ahora, se haya reconciliado con la vida. Una vida que, a mi entender, no fue justa con ella. Una vida que nunca le dio lo que ella más anhelaba. Pero una vida a la que ella quería.

Descansa en paz, Eva. Y feliz cumpleaños.

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Hoy tenía que felicitar a alguien por su cumpleaños. Era difícil olvidarse de su cumpleaños, siendo el día del padre y viviendo en Valencia.

Pero no va a poder ser. Se fue hace 5 días, justo antes de unas Fallas que le encantaban por el chocolate y los buñuelos. Siempre recordaré su ilusión trayendo los buñuelos cada semana antes de Fallas, y sus habituales decepciones si estaban algo fríos o no tan ricos como a ella le gustaban.

Y es que ella era así, perfeccionista a ultranza, de las que anticipan escenarios perfectos, que trabajaba por conseguir, pero que difícilmente podían ser alcanzados en la vida real, porque, simplemente, el resto no estábamos a su altura.

La vi por última vez en un frío tanatorio, aunque no pude estar en su entierro. Me dolió, pero ella no hubiera querido que cancelara todas las ilusiones acumuladas, tanto de mi mujer y mi hijo, como mías. Y es que, en realidad, tampoco importaba. Recé por ella en San Pedro y en otras iglesias de Roma.

Decidí que mi última imagen de ella no sería la del tanatorio, sino otra, en su plenitud física y emocional. Una en la que su omnipresente sonrisa y su cariño, lo inundaba todo.

Los antiguos del Servicio de Farmacia del Hospital La Fe saben que nos unía una relación especial. Con ella era fácil hablar, quizá por eso fue mi confidente y confesora en tantas ocasiones. Y que te podías fiar de ella, de verdad, también ayudaba.

Tuve que escribir uno de los mensajes más tristes que recuerdo, para enviarlo a la Lista SEFH. Pero no podía permitir que, aunque las lágrimas humedecieran el teclado, las palabras trasladaran esa tristeza. Probablemente, su luz me alumbró.

Me da rabia porque no sé si se fue siendo consciente del impacto que su vida había causado en los demás. Aunque tengo la esperanza, que allá donde haya ido, haya sentido el cariño y el amor de todas y todos los que la hemos llorado.

Y espero, sobre todo, que allá donde esté ahora, se haya reconciliado con la vida. Una vida que, a mi entender, no fue justa con ella. Una vida que nunca le dio lo que ella más anhelaba. Pero una vida a la que ella quería.

Descansa en paz, Eva. Y feliz cumpleaños.

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